Dependencia a las nuevas tecnologías

Dependencia de las nuevas tecnologías

Dependencia a las nuevas tecnologías

El ser humano como ser social. El ser humano tiene necesidad de afiliación como respuesta adaptativa ya que esto nos aporta seguridad, apoyo y bienestar. En la actualidad hemos ampliado la forma de relacionarnos con las redes sociales y esto nos está cambiando.

Un elevado porcentaje de la sociedad es dependiente de la tecnología generando una gran dependencia emocional.

No se trata de demonizar a las nuevas tecnologías, todos sabemos los beneficios en cuanto facilitador de comunicación, aun así neurológicamente el uso indiscriminado de las pantallas tecnológicas tiene sus consecuencias.

Cuando estamos utilizando estos dispositivos nuestros niveles de dopamina y oxitocina se alteran proporcionando felicidad inmediata. En estos momentos y gracias a la neuroplasticidad el cerebro aprende asociaciones nuevas, asociando así necesidad y satisfacción (sistema de recompensa y adicción). La base de la adicción no es el placer (satisfacción) del consumo en sí mismo, sino el placer anticipado (necesidad del consumo), es decir el valor del incentivo positivo de la adicción.

¿Somos conscientes de las necesidades que queremos cubrir con esta adicción a las pantallas?… necesidad de aprobación, de afecto (cuantos más “likes” más valgo). “El sistema de recompensa es el responsable de aprender la asociación entre la sensación agradable y el estímulo externo que lo produce. Una vez hecha la asociación queda instaurada la conducta y se repite de manera inconsciente.

La rapidez de comunicación no nos permite profundizar en las relaciones personales. Elegimos relaciones cuya aprobación buscamos, así mismo el miedo a la pérdida contamina el vínculo afectivo volviéndolo vulnerable y patológico.

 

Aquí os dejamos un decálogo para consultar hasta qué punto estáis o no enganchados al móvil.

Decálogo de adicción a las pantallas

  1. Miras WhatsApp cada vez que te llega un mensaje (o incluso si no lo recibes).
  2. Es lo primero que consultas al despertarte y lo último que miras antes de dormir.
  3. Dejaste de leer libros hace tiempo. Ahora te dedicas a releer conversaciones.
  4. Vigilas la hora de conexión de los demás y, por supuesto, te da rabia que otros la oculten.
  5. Estás en, al menos, diez grupos formados por los mismos amigos.
  6. Quedas con alguien y te pasas más rato retransmitiendo la cita por WhatsApp que conversando con tu acompañante.
  7. Cambias el estado casi a diario. Hay gente que ni lo recuerda, pero tú lo tienes presente todos los días.
  8. Te pones como una furia cuando alguien no contesta inmediatamente a pesar de estar en línea (¡o incluso después de haberlo leído!)
  9. Te pones tenso cuando no hay wifi a tu alrededor y no te quedan suficientes datos como para descargarte todos los “memes” y todas las fotos que te envían en todos los grupos.
  10. Cuando vas al cine ajustas el brillo de la pantalla de tu móvil para leerlo sin iluminar la sala entera. Has pagado la entrada, pero tampoco es cuestión de estar sin usar WhatsApp por una peli.

Hacernos conscientes de esta dependencia inconsciente es el primer paso para buscar una solución.

 

 

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